Hablar de la hoja de coca en tiempos del prohibicionismo | Molino Informativo

Hablar de la hoja de coca en tiempos del prohibicionismo

by | Abr 2, 2024 | Colaboraciones especiales

¿Hablar de la hoja de coca en Nueva York, uno de los mayores centros de consumo de cocaína? La Colectiva de Investigación Liana o Liana Research Collective lo hace, desde los usos tradicionales pasando por una revisión crítica de la criminalización y el prohibicionismo hasta usos no violentos. La muestra artística Coca-Wor(l)ds, parte del proyecto Botanicárte, es el resultado de un trabajo serio y cuidadoso que nos pone a reflexionar acerca de la hoja de coca. Compuesta por Angélica Cuevas, Giselly Mejía y Juan Pablo Caicedo, la colectiva se dedica a “explorar las relaciones entre plantas y seres humanos a través del arte para defender el valor místico, político y curativo de las plantas”.

Desde el pasado 8 de marzo y hasta el 11 de mayo de 2024, este colectivo estará mostrando fotografías, videos, textiles y otras piezas en diversos formatos artísticos que hablan fundamentalmente de dos cosas: la hoja de coca es una planta tradicional, con muchos usos posibles, que ha sido criminalizada a partir del proceso químico aplicado para la creación de la cocaína; y de los resultados nefastos de una política prohibicionista. Vayamos por partes.


Al igual que en Bolivia, Perú y Ecuador, en Colombia, se usa la hoja de coca para distintos usos medicinales y ceremoniales. Es parte de la cosmovisión de algunos pueblos originarios y por supuesto, no tiene nada que ver con la cocaína. Agregada a la nómina de sustancias controladas y estupefacientes de la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas en 1961, la hoja de coca ha sido criminalizada en su cultivo y en sus distintos usos, sobre ella ha pesado un manto de desinformación que solamente ha causado prejuicios a nivel social.

Actualmente, el gobierno de Gustavo Petro espera la respuesta a la petición de revisión de esta clasificación ya que “la planta no es el problema, es parte de nuestra historia y nuestras tradiciones”, aseguró Laura Gil, viceministra de Asuntos Multilaterales de Colombia en marzo de 2023. De los 53 países que componen este órgano de Naciones Unidas no sorprende que sea Estados Unidos quien tenga mayor peso y quien haya impuesto sus políticas prohibicionistas desde hace más de 50 años.

Coca-Worlds exhibe de manera muy sutil y precisa las contradicciones que existen entre la relación religiosa y tradicional con la hoja de coca y la violencia que se ha desatado a raíz de la prohibición del cultivo de esta planta. A pesar de ser una selección de trabajos artísticos el Colectivo Liana apunta a una dirección precisa: la despenalización y el aprendizaje de los distintos usos que se pueden tener sin siquiera pasar por la fabricación de cocaína.

Entre líneas puede leerse –o al menos eso me pareció descifrar– que hay una urgencia para frenar el prejuicio que se tiene en contra de la hoja de coca, porque se trata de la base impuesta por un país (Estados Unidos) que al insistir vehementemente en su prohibición se beneficia, al mismo tiempo, del negocio ilegal que se genera. Mientras unos han ganado por debajo del agua, es Colombia quien ha puesto les muertes y las víctimas.

Fotografía de Heriberto Paredes


Las plantas prohibidas

Por si esto no fuera suficiente, además de la hoja de coca, en Latinoamérica tenemos otros ejemplos de plantas prohibidas y criminalizadas. En el caso mexicano, lo más reciente es el uso de la amapola para la extracción de su goma, a partir de la cual, mediante un proceso químico se fabrica la heroína. A pesar de no ser una planta con apego a las tradiciones ancestrales de pueblo originarios, sí se trataba de una planta presente de manera cotidiana. “Cuando era niña salíamos a pasear al campo y todo estaba lleno de amapolas, nos gustaban mucho por ese color rojo tan fuerte, cortábamos y las llevábamos a las casa para adornar la mesa principal”, me contó alguna vez mi madre, originaria del norte mexicano y que hoy tiene ya 85 años.

Originaria del Oriente asiático, esta la amapola llegó a México gracias a la amplia migración de personas de origen chino, que expulsadas de los estados de la costa oeste estadounidense, se establecieron del lado mexicano de la frontera a comienzos del siglo XX. ¿En qué momento se convirtió la amapola en una planta prohibida, estigmatizada y mal usada para generar una sustancia como la heroína?

Si bien es cierto que desde su establecimiento en el continente americano, las comunidades asiáticas continuaron la producción de opio y de su consumo en lugares reservados, la conversión de esto en un negocio transnacional ya fue un ingrediente mexicano que llegó a consolidar uno de los negocios más exitosos en momentos tempranos como la década de 1930.

Angélica Cuevas y Giselly Mejía. Fotografía de Heriberto Paredes


Por su puesto que esta planta y este negocio florecieron gracias a las políticas prohibicionistas que Estados Unidos –nuevamente– impuso al gobierno mexicano. Sin embargo, en el gobierno del general Lázaro Cárdenas (1934-1940) existió por un breve periodo de tiempo lo que podemos llamar, la semilla de la reducción de daños y una política de consumo controlado.

Manuel Tello, doctor y diplomático durante el gobierno de Cárdenas, en un viaje oficial a Ginebra en junio de 1939, declaró ante la Liga de las Naciones que, “la prohibición no sirvió de nada. Lo único que hizo fue crear un mercado negro, aumentar el precio de las drogas y poner dinero en los bolsillos de los traficantes.”.

Ante ello México cambió la ley y se abrieron dispensarios estatales de morfina y heroína, que al poner a bajo costo y de manera segura estas sustancias, tuvieron dos grandes resultados: la reducción tajante del precio en el mercado negro y su casi desaparición, y una disminución en los efectos nocivos en el consumo desmedido y en condiciones no salubres.

Estados Unidos puso el grito en el cielo y exigió al gobierno mexicano el cierre de estos lugares y el regreso a una férrea ley prohibicionista. Al cambio de gobierno en 1940, el nuevo presidente, un fantoche de derechas, aceptó sin chistar.

Y aquí nos encontramos, como sobrevivientes de la guerra contra las drogas, con una cantidad inaceptable de personas asesinadas y desaparecidas, en medio de las guerras desatadas por el prohibicionismo, con el tejido social roto y con la necesidad de reconstruir nuestras sociedades desde otro paradigma que no sea la doble moral (de jugosas ganancias) del gobierno estadounidense.


Al asistir a esta exposición me vinieron estas y otras ideas a la cabeza, así que lo menos que puedo hacer es recomendar ampliamente que si andan en la Gran Manzana se acerquen al Taller Boricua, lugar de mucha historia y tradición en el barrio de Harlem, ahí podrán apreciar las piezas que cuidadosamente fueron seleccionadas para ser parte de un trabajo más amplio en el que intervienen otras artistas. Los horarios de la galería son de Martes a Sábado de 12 a 18 hrs.