La fiesta donde el alma vuelve al cuerpo de los y las oaxaqueñas: la Guelaguetza | Molino Informativo

La fiesta donde el alma vuelve al cuerpo de los y las oaxaqueñas: la Guelaguetza

by | Ago 16, 2022 | Comunidades

Fotografías de Gloria Tadii y Flavio Anguiano

La Guelaguetza es una festividad llena de colorido y música, está considerada como una de las fiestas étnicas más grandes de América Latina. Guelaguetza es una palabra en el idioma zapoteco, “guendalizaa”, que significa cooperar, esta expresión cultural, de pueblos originarios y tradiciones comenzó a celebrarse de manera formal en 1932, cuando la ciudad de Oaxaca cumplía 400 años de haber sido fundada por el Rey Carlos V, aunque se refiere históricamente que la Guelaguetza data posiblemente desde la conquista mexica, y era en honor a la diosa del maíz tierno, Xilonen.

Con el paso de los años se fue modificando la manera de organizarla con el fin de atraer visitantes a la ciudad. Para 1951 el ayuntamiento de la ciudad y el gobierno estatal fundaron el Comité Pro Fiestas Tradicionales de Oaxaca y ya en 1959 se extiende la invitación a otras regiones del estado, el cual está conformado por ocho regiones. Para 1969 se elige a la primera Diosa Centéotl, diosa del maíz, que en la actualidad es muy representativa de esta fiesta.

Felipe Santos. Foto de Gloria Tadii

Por otro lado, esta celebración forma parte de los cultos a la Virgen del Carmen, que tiene su día principal el 16 de julio, así que la Guelaguetza se lleva a cabo cercana a esa fechas, entre los dos últimos lunes de julio, a los que también se les conoce como los lunes del cerro, debido a que se lleva a cabo en el cerro del Fortín, desde donde se ve toda la ciudad. 

En los últimos años esta fiesta en Oaxaca dejó de ser de los y las oaxaqueñas, para convertirse en algo comercial. Sólo las personas con poder adquisitivo y extranjeros pueden disfrutar de ella, en asientos de preferencia, para los que no pueden acceder pagando un costoso boleto, tienen que dormir a las faldas del cerro una noche antes y así poder entrar a mirar desde las últimas gradas, donde apenas se alcanzan a distinguir los participantes.

Esta fiesta, sin embargo, cruzó fronteras y llegó hasta Nueva York, donde aún se puede disfrutar de manera gratuita. Actualmente se presenta en el área interestatal de Queens y Poughkeepsie, N.Y. y New Brunswick, Nueva Jersey.

El pasado 14 de agosto pudimos disfrutar de los bailes de las 8 regiones del estado en Poughkeepsie ubicado al norte de Nueva York, donde se concentra un número importante de oaxaqueños, justo a un lado del rio Hudson. En Wayras Park un centenar de familias llegaron de muy lejos, en tren y en auto, tan sólo para vivir por un momento esa algarabía que contagia con cada son, con cada jarabe.

Felipe Santos, originario de San Agustín Yatareni, Oaxaca, llegó a Estados Unidos a los 14 años cargado de sueños sin olvidar su tierra querida. Sobre este gran trabajo de la Guelaguetza, cuenta que “la primera vez que presentaron este espectáculo fue en una celebración de la Virgen de Guadalupe y fue un éxito total”. Ese mismo año se prepararon para presentar la fiesta con el apoyo de la misma comunidad pero no fue sino hasta 2010 que se conformó de manera oficial el Comité Guelaguetza Poughkeepsie, el cual se compone por personas de diferentes países, Santos comentó que fue con Rosa López (integrante de la comunidad) que inició con esta festividad, cuando ella lo invitó a bailar la “Danza de la Pluma”, lo que para él significó mucho, ya que dice sentir mucho orgullo pero al mismo tiempo un gran compromiso.

Este año 2022, volvieron después de la pandemia, con casi nada de fondos, y fue nuevamente la comunidad quien apoyó como en los comienzos para que fuera posible. “Pudimos ver nuevos bailes, como la danza de los diablos, los tiliches de Putla, un ballet de adultos mayores que vinieron desde Oaxaca, así como la Banda Azul para acompañar cada baile, fue muy difícil, pero a la vez una experiencia muy bonita”.

Baile de los Tiliches de putla. Foto de Gloria Tadii

En este evento también tuvimos la oportunidad de conversar con Yuridia Vásquez, oriunda de San Pedro Pochutla, Oaxaca, quien hace aproximadamente 29 años llegó junto con su madre y sus hermanos a Estados Unidos, cuando apenas tenía 9 años, para reunirse con su padre, quien había migrado un año antes, en el área de Freehold, Nueva Jersey. Por aquellos años no habían personas hispanoparlantes en ese lugar, por lo que a ella se le hizo muy difícil, y aunque en la escuela los maestros trataban de ser inclusivos, realizando pequeños shows de bailables, con los pocos niños hispanos que había, alguna vez ella bailó el “Son de la Negra”, y aunque es una canción de dominio público en México, ella no lo sintió tan suyo.

Transcurrió el tiempo, cuando cumplió 15 años la iglesia del lugar donde ella vive, curiosamente en una celebración también de la Virgen de Guadalupe, Yuridia fue invitada por primera vez a participar durante esta celebración para bailar. Recuerda bien que  fue “Los sones de San Pedro Pochutla”, un baile original de su pueblo, y mientras lo hacia su corazón palpitaba de gusto, supo que era ahí donde pertenecía, el amor al baile y su cultura, misma que sus padres le inculcaron, la hicieron que diera un paso más allá de las celebraciones eclesiásticas. 

Hace siete años encontró otros jóvenes con el mismo amor por el baile y juntos fundaron, lo que hoy es Grupo Folclórico Costa Oaxaca. Fueron invitados a bailar en la Guelaguetza de New Brunswick, Nueva Jersey, representando a su pueblo y luego formaron un grupo más en Freehold para poder enseñar a las futuras generaciones la cultura a través de los bailes.

Foto de Gloria Tadii

Decidieron enfocarse en  los bailes de Guelaguetza, y aunque ya dominan la mayoría de ellos, dice que aún les faltan muchos más. Ella piensa que estos bailables aún no están muy reconocidos en el área donde vive y cada año, desde 2015, llegan nuevos jóvenes a formar parte del ballet, en los últimos años se han integrado incluso jóvenes de otros países, y se han presentado en distintas Guelaguetzas en Nueva York, así como otras festividades de Nueva Jersey.

“Las puertas del ballet están abiertas, y aunque ha habido momentos en los que hemos querido tirar la toalla, ya que no es fácil mantener a un grupo de danza, especialmente cuando todos son voluntarios. Sin embargo, cuando subimos al escenario nos vuelve el alma al cuerpo y olvidamos todos los sacrificios, pues anidan en nuestro corazón un profundo amor a nuestra cultura y a nuestro pueblo” concluyó Yuridia.