Voces silenciadas por la historia | Molino Informativo

Voces silenciadas por la historia

by | Feb 23, 2022 | Comunidades

Por Fabián Muenala

“Las lenguas representan realmente no sólo una cuestión de poder entre colonizados y  colonizadores, sino la riqueza espiritual, conceptual, intelectual” (Ngugi wa Thiong’o)

Después de 22 años de la Resolución de Naciones Unidas en proclamar el Día Internacional de las Lenguas Maternas y según esta misma organización alerta de la amenaza inminente de muerte y desaparición de nuestros idiomas, también advierte que cada dos semanas desaparece una lengua y con ella su patrimonio cultural de sabidurías acumuladas y vividas en el tiempo.

A raíz de esta convocatoria y el compromiso de los estados miembros, donde viven pueblos y naciones originarias se desarrollaron acciones específicas pero sus logros han sido pocos y limitados. Simplemente miremos al interior profundo de cualquiera de nuestros países de patrón civilizatorio moderno, que si algo se logró, han sido conquistas con luchas organizadas y la presión de sus pueblos y sus organizaciones comunitarias y no por acción o compromiso de los gobiernos.

Este desinterés se debe a la falta de visión y un real compromiso por construir sociedades interculturales, multilingües y multiculturales, que articulen otras formas de vida, otras dinámicas para mirar, para sentipensar y construir otro mundo, un mundo donde quepamos todas y todos, construyendo un Sumak Kawsay,  un Suma Qamaña, un Kume Mogen, o un buen vivir, es decir aprendiendo a vivir en armonía y equilibrio, respetandonos y aceptándonos entre todas y todos, y, con todos los seres que vivimos y compartimos este pequeño espacio llamado mundo que es la única herencia y patrimonio de nuestros hijos y de los hijos de sus hijos.                      

Ya no hay justificación a la falta de compromisos de nuestros gobiernos con sus poblaciones originarias, es inconcebible cómo sus ambiciones políticas  han desembocado en una crisis de convivencia, por un lado orillándonos a buscar alternativas en la migración masiva, o la otra, la lucha diaria  de sobrevivencia en nuestros territorios de origen, donde no hay cabida a cumplir ni aplicar los derechos individuales, ni colectivos y menos los derechos de la Madre Tierra

Ante estos hechos nos hemos visto obligados a migrar cientos, miles, quizás millones de hermanos indígenas, huyendo de la pobreza, de la falta de oportunidades, de las guerras internas por control del narcotráfico, de la expulsión de nuestros territorios concesionadas a las transnacionales mineras, petroleras, agroindustrias, etc, pero  también porque fuimos y seguimos siendo discriminados por hablar una lengua distinta a la oficial, condenados al infierno por seguir practicando nuestras ceremonias espirituales, obligados a desaparecer, transmutando nuestras identidades, convertidos en mendigos o esclavos del sistema en las profundidades de la  “civilización” eurocéntrica, paternalista y capitalista de las grandes y pequeñas urbes.

Hoy hablamos desde el autoexilio, no solo como números o generadores de remesas, hoy hablamos desde el corazón de las voces silenciadas de estos últimos 22 años como migrantes, enfrentados a los mismos olvidos de nuestros gobiernos, pero también a nuevos retos, a nuevos códigos de comunicación, a un nuevo sistema de convivencia, donde intentamos reproducir los saberes de los abuelos a través de nuestras miradas, como su lengua, su cultura y valores, pero también nuestro reto es sembrar en la mirada de nuestros hijos, y que juntos a nuestros vecinos, a nuevos compañeros y hermanos de otros pueblos y naciones originarias asumamos el reto de la construcción de nuevas comunidades con una nueva matriz civilizatoria como hijos y hermanos de la misma madre tierra.