Tras la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales por segunda vez, las amenazas de deportaciones masivas se han intensificado en los Estados Unidos, generando una creciente preocupación y miedo entre las personas migrantes en ese país.
Esta incertidumbre se extiende incluso a las llamadas ciudades santuario, que, a pesar de las leyes que prohíben preguntar el estatus migratorio para acceder a servicios y trabajos, no logran ofrecer garantías completas de seguridad ante un gobierno federal que amenaza con cambiar las reglas del juego.
Tal es el caso de Nueva York, ciudad santuario desde 1989, la cual ha sido históricamente un refugio para personas perseguidas políticamente y migrantes económicos que la han convertido en su hogar.
La amenaza sobre Nueva York
Construida por generaciones de inmigrantes de todo el mundo, Nueva York ha dado cobijo a quienes buscan una vida mejor. Sin embargo, no es ajena a las contradicciones, especialmente cuando se trata de las comunidades que luchan por defender su identidad y cultura en un entorno urbano que a menudo las invisibiliza.
Este es el caso de las comunidades indígenas, como las nahuas, mixtecas, zapotecas, y los afrodescendientes que, asentados en el sur del Bronx, han decidido organizarse colectivamente para protegerse y reclamar sus derechos.
¿El motivo? Una reunión del 13 de diciembre, cuando el alcalde de Nueva York, Eric Adams, recibió la visita de Thomas D. Homan, ex zar de la migración designado por Trump. La reunión fue para discutir un plan de deportaciones masivas. En su declaración, Adams, ex policía y políticamente controvertido, afirmó: “No combatiré las acciones ni las políticas migratorias del nuevo gobierno federal, sino que trabajaré en conjunto con él». Esta postura ha encendido alarmas sobre el futuro de los migrantes en una ciudad que hasta ahora se ha mostrado como un refugio, pero cuya realidad puede cambiar si se implementan políticas más agresivas.
A medida que la ciudad enfrenta el riesgo de cambios drásticos en sus políticas migratorias, el sur del Bronx, hogar de indígenas y afrodescendientes, también experimenta un aumento de la violencia callejera, violencia de género y violencia doméstica. Las amenazas de deportación no son más que una capa adicional de un panorama social ya deteriorado, donde las personas migrantes luchan por mejorar su calidad de vida mientras enfrentan obstáculos sistemáticos.
Ante la amenaza, la organización
En respuesta a esta creciente incertidumbre, varias comunidades migrantes, agrupadas en la Red de Pueblos Transnacionales, presentaron el 18 de diciembre una propuesta de acción bajo el nombre de la Estrategia de Cuidados Colectivos y Seguridad Comunitaria 2025. Este plan no solo busca enfrentar las deportaciones, sino también reconstruir un tejido social que ha sido desgarrado por décadas de políticas públicas excluyentes y explotadoras.
«Consideramos fundamental señalar que, a pesar de ser un modelo y un referente de lucha transnacional, la Red de Pueblos enfrenta constantemente racismos, discriminaciones y violencias dentro de nuestras comunidades y de parte de organizaciones y profesionistas, así como de buena parte de la sociedad dominante neoyorkina, que desde la ignorancia y el privilegio mira con desconfianza y descrédito la posibilidad de que las comunidades migrantes indígenas puedan encabezar un esfuerzo organizativo propio”, se puede leer en el comunicado que la Red difundió en una conferencia de prensa realizada en el sur del Bronx, en el emblemático mural Migrantes.
Con estas palabras, la Red subraya la resistencia frente a un sistema que las mira con desconfianza y descrédito, pero también la fuerza con la que las comunidades están organizándose para liderar su propia lucha.
El enfoque de la estrategia es claro: proteger a las personas migrantes desde adentro, a través de la autoorganización. Su estrategia se divide en cuatro comités: uno dedicado al cuidado de las personas, otro a la salud, alimentación y defensa de la tierra, un tercero a la seguridad barrial y el cuarto enfocado en la defensa de las culturas y tradiciones de los pueblos originarios. Cada comité se conformará por capitanas y capitanes, quienes trabajarán junto a vigilantes para garantizar la protección y el bienestar de la comunidad. Como afirman en su mensaje:
“Ningún líder religioso, activista u organización vendrá a salvarnos. Solo nosotros, organizados, podemos protegernos».
Los pueblos hablan
Tras presentar la estrategia, los miembros de la Red y algunos aliados de la Red Nacional de Jornaleros aplaudieron emocionados. Con carteles en las manos y paliacates en la cabeza, mostraron su apoyo a la propuesta. Un nuevo capítulo en las historias de la migración se está escribiendo, y el Bronx será testigo de los próximos pasos de estas comunidades organizadas.
Estos son sus testimonios:
Sandra, originaria de Honduras y parte de la Asociación de Mujeres Afrodescendientes, describe el objetivo del Comité de Cuidado de las Personas con pasión y claridad:
“Queremos crear comunidad. Reforzar los lazos de acompañamiento e información entre los vecinos para acceder a servicios que como migrantes tenemos derecho a recibir. Desde hospitales hasta ayuda legal, debemos asegurarnos de que todos sepan a dónde acudir cuando lo necesiten. Este comité será el puente entre las personas, fomentando la comunicación, el respeto y la confianza mutua».
Laura, integrante del Comité de Salud, Alimentación y Cuidado de la Tierra, habla sobre la importancia de cuidar no solo la salud física, sino también la mental:
“Queremos volver a la alimentación tradicional. El maíz orgánico y las tortillas caseras de nuestros pueblos ya no están disponibles aquí. En lugar de consumir productos industriales como la Maseca, buscamos alternativas más saludables: comer orgánico, reducir el azúcar, aumentar la hidratación y practicar ejercicio. Pero también nos importa la salud mental. El bordado y el arte nos han ayudado a sanar el estrés y a mantenernos firmes ante las adversidades».
Por su parte, Esteban, encargado del Comité de Seguridad del Barrio, enfatiza la necesidad de una red comunitaria sólida:
“Nuestra seguridad depende de nosotros mismos. Sabemos cómo cuidar nuestras comunidades, y ahora queremos fortalecer esa red. Nos enfrentamos a violencias que van desde la policía hasta la migra, sin mencionar la violencia de género y la inseguridad cotidiana. A través de este comité, planeamos crear estrategias para defendernos, fortalecer nuestras alianzas y generar una respuesta inmediata ante cualquier crisis».
Francisca, del Comité de Cuidado de la Cultura, concluye: “preservar nuestra identidad es resistir. Queremos que nuestros jóvenes y niños se sientan orgullosos de su cultura, que no pierdan el legado ancestral de nuestros pueblos. Si nos despojan de nuestra historia, nos despojan de nuestra existencia. Nuestra cultura es nuestra forma de resistencia».