“Es importante para la preservación de mi cultura porque ahí trae como nuestra esencia de gente indígena, o sea las plantas que comemos nosotros, ahí lo trae. Los nopales que se dan pues más que nada en las montañas, o sea donde nosotros, los nopales, el epazote, o sea, son esencias de donde nosotros somos”, comparte Margarita Romualdo en el primer recetario de comida mixteca elaborado en 2023 en Nueva York.
Originaria de Tlapa de Comonfort, Margarita, de 43 años, tiene más de 15 años de vivir en Estados Unidos tras no encontrar posibilidad para salir adelante en su tierra natal. Sin embargo, a pesar de la distancia, ella no ha olvidado sus orígenes y las tradiciones culinarias que la formaron. Entre estas recetas están los huevos ahogados con nopales, platillo que fue seleccionado para darle vida a este recetario, el cual abre también un proceso de conservación de la cultura mixteca a partir de las voces de mujeres residentes en aquella ciudad estadounidense.
Margarita es parte de Voces, una colectiva que surge en 2019 como parte de un proceso “en donde nos enfocamos en la justicia para las mujeres que son violentadas, buscamos recursos en la ciudad para que ellas mismas puedan ser autosuficientes y que puedan en algún momento, dejar de sentir la violencia de género”, tal y como comenta Mary José Prudente, también integrante de Voces.
Durante estos años, la colectiva se ha avocado a la recuperación de muchas tradiciones de la cultura mixteca encarnada en el papel de las mujeres, desde la defensa del habla de las variantes del ñuu’savi hasta los distintos bordados hechos colectivamente cada semana en la reunión que tienen como grupo y en la cual bordan y conversan.
Zenaida Simón, Paulina Mendoza, Eufemia Neri y Eugenia Catalán son también integrantes de Voces, cada una de ellas cuenta con una historia de vida en donde la migración y la violencia de género son transversales al igual que la cultura mixteca, la cual expresan en el rescate de la gastronomía, la lengua, y los textiles. “la visión de Voces no es solamente trabajar con mujeres, sino trabajar con la familia completa, integrar a los esposos y los hijos en el momento adecuado”, se puede leer en este recetario de comida mixteca, un proyecto colaborativo con el colectivo de investigación Liana, también residente en Nueva York.
De los díálogos vegetales al trabajo colaborativo
El colectivo Liana, integrado por Angélica Cuevas, Juan Pablo Caicedo y Giselly Mejía, tres personas de origen colombiano con distintas formaciones, se define como “un colectivo de investigación artística que explora la política, inteligencia y poética de la vida vegetal, con especial énfasis en el estudio de las prácticas artísticas basadas en plantas y las transferencias dinámicas entre humanos y plantas”. Con motivo de la residencia artística llamada Las Yerbas Apothecary, llevada a cabo en Canal Projects, Liana comenzó a buscar aliades para un proyecto que les llevara a lo que llaman ‘diálogos vegetales’.
“Estábamos preguntándonos con quién aliarnos y decidimos abrir otros diálogos vegetales con organizaciones que tuvieran incidencia en Nueva York. Nos reunimos un día con ellas, les contamos qué hace nuestro colectivo y ellas nos contaron de Voces, les contamos que nosotres sí nos vemos como un colectivo que facilita espacios de reflexión a través de lo que sabemos hacer. Nos hablaron de las traducciones, de los textiles, de los bordados, de la importancia de verse como un grupo de mujeres frente al patriarcado de sus comunidades, del empoderamiento que estaban teniendo, de lo que significaba la cocina y las plantas medicinales y de la importancia de compartir estos espacios. Ellas nos dieron la idea para que hiciéramos algo alrededor de sus recetas y las plantas, tal vez la intersección más clara que desde Liana podemos hacer con ellas”, comenta Angélica, integrante de Liana.
La cocina mixteca guerrerense es rica en tradiciones y en ingredientes, va mucho más allá del pozole, contempla una cantidad considerable de quelites, de tipos de frijol, variedades de maíz. Tal vez sea una de las cocinas menos conocidas en México ya que toda su riqueza está guardada en las experiencias de vida, en las historias y vivencias que se comparten y se heredan de generación en generación en las cocinas de la Montaña. “En los pueblos siempre hemos trabajado mucho con la comida, no sólo en Guerrero, en todo México, en las casas de las señoras. En Guerrero nos gusta exhibir lo que sabemos hacer en la cocina”, afirma Mary José.
Por ello lo importante era escuchar: “Les propusimos hacer un ejercicio de historias orales, –continúa Angélica– que durante un mes nos viéramos cada ocho días para recolectar las historias y que con cada una tuviéramos una entrevista de dos horas y pudiéramos abordar un cuestionario que abarcara desde sus historias de migración, su conexión con las plantas y las recetas”.
Poco a poco se fueron tejiendo las recetas que cada una escogió y la forma en la que Liana las presentaría en recetarios que, además de mostrarnos la forma de cocinar cada platillo, también nos presentan la historia de los ingredientes y la historia de la mujer que escogió esa receta. Con un diseño creativo y muy familiar, este primer trabajo impreso les ha gustado mucho a las mujeres de Voces y cada persona que –con fortuna– logró conseguir un ejemplar.
La experiencia de la migración y la comida en Nueva York
En la entrevista con Angélica, coincidimos en la situación alimenticia en aquella urbe: la gente está acostumbrada a comer rápido, a comer mal, a no dedicarle tiempo, los precios son caros y es difícil encontrar productos y alimentos de buena calidad accesibles. Sin embargo, tal y como afirma la integrante de Liana, “estas recetas resuelven una necesidad nutricional, también son rápidas de hacer, preservan la cultura, activan la memoria. Margarita dice que cuando hace esta receta toda su familia de Guerrero viene a su casa”.
Una revolución alimenticia, una revolución mixteca que no parte de una cocina de chefs y élites sino de la vida cotidiana y que para Voces es también una línea de resistencia cuando se habla de seguridad alimentaria.
Cada una de las mujeres de esta colectividad migró a Estados Unidos, algunas de ellas cruzaron el desierto de Sonora o se enfrentaron a infinidad de obstáculos para lograr construir una vida digna en un medio ajeno. Al migrar también trajeron todo el bagaje de sus comunidades de origen y esto ha permitido la conservación de tradiciones que tienen mucho tiempo de vida, como la comida.
Gracias a este trabajo de recetarios es que hay una memoria que aflora y habla del origen del uso de ciertas plantas, que aunque a veces son difíciles de conseguir en la Gran Manzana siempre hay redes de guerrerenses que viajan con ellas. Mary José comenta que, por ejemplo, “en la cultura mixteca estamos muy arraigadas en los rituales y de ellos derivan las hierbas. Muchos rituales usan hierbas y sobran al final y de ahí las usan para curar, por ejemplo, cuando sobra la hoja de borracho, y nosotras la usamos para hacer incienso o para la comida. Otro ejemplo es la pericón, que usamos cuando los niños lloran mucho y la usamos como incienso, pero también se come. Es un proceso en donde estamos haciendo conciencia, no como mexicanas sino como mixtecas”.
“Hoy todas estas tradiciones se están acabando, la migración está dejando a nuestros pueblos abandonados. A los jóvenes que quedan allá les da flojera revivir o conservar estas tradiciones y cuando migran yo me encuentro a muchos que conozco, les hablo en mixteco y me dicen que no les hable en mixteco”.
Y, a pesar de ello, fue la migración lo que hizo posible que las mujeres mixtecas de Voces se encontraran y compartieran sus vivencias y conocimientos, fuente de este proceso que ahora podemos ver materializado en una serie de recetarios, elaborados con el extraordinario trabajo del colectivo Liana.
Comedores activados
Para la presentación de este primer recetario a finales de octubre de 2023, se organizó una suerte de comedor en donde las mujeres de Voces cocinaron sus recetas y las compartieron con las personas asistentes al espacio de Canal Projects, en Nueva York. En palabras de Angélica: “Una tarde preciosa, convertimos la sede de nuestra residencia en un comedor de comidas mixtecas, conversamos sobre sus historias y las de las recetas, sobre el proceso de Voces como lugar de resistencia, sobre las plantas y de porqué se les llama quelites, de cómo ellas se relacionan desde lo medicinal y la cocina”.
“Nos gustó mucho este primer recetario, estamos muy contentas. Y también saldrá en español y en mixteco”. comparte Mary José, quien escogió la receta de la sopa de frijol para su recetario, “a lo mejor hay algo parecido en otros estados pero no sé si se hace igual. Es el frijol negro que se tuesta y se muele en el metate, es una sopa ancestral y no tiene carne, el sabor viene de lo tostado, se hace como atole. Quiero hacer esta receta porque la gente se ha olvidado de ella, de que eran lo que comían. Antes la gente comía sanamente en México, en el caso de mi región de la Montaña, como de 1995 al 2000 empezaron a entrar las primeras brechas y con ellas la Coca-Cola, diez años más tarde ya resulta que la gente tiene diabetes”.
Actualmente, tanto Voces como Liana están en el proceso de imprimir el resto de los recetarios y de lograr un buen resultado en las traducciones al mixteco. Para Liana, a través de la voz de Angélica, “estos recetarios es un logro muy importante, para poder ver su historia materializada. Avivar más su fuerza. Materializar la idea y que sea útil. El recetario es una excusa para abrir otros temas. El recetario para abrir un diálogo sobre la mujer mixteca, sobre el conocimiento, sobre un cuidado más activo, porque ellas sostienen esta cultura. Es un proceso que sigue cocinándose. Es la revelación de un sistema cultural”.
Mientras que para Voces, en la palabra de Mary José, está claro el camino: “Por medio de la lengua y de la comida podemos conservar recetas que casi están en el olvido, podemos traerlas a la ciudad y compartirlas. Por medio de la gastronomía podemos hacer un poco de conciencia para lograr el bien común”.
Una versión de este texto se publicó originalmente en el periódico mexicano El Sur de Guerrero y lo puedes consultar aquí.