Así como me enseñaron, mantengamos en alto la dignidad | Molino Informativo

Así como me enseñaron, mantengamos en alto la dignidad

by | Nov 22, 2021 | Comunidades

Por Fabiola Mancilla

La voz de las mujeres de la lluvia se escuchó fuertemente en la Universidad de las Naciones Unidas. El pasado jueves 18 de noviembre, se dieron cita diversas organizaciones, activistas y defensoras, mujeres admirables para hablar sobre las difíciles situaciones que se enfrenta en un país, en donde día a día tienen que enfrentar discriminación y desigualdad como pueblos originarios.

“¿Cómo le hago para pedir ayuda, cuando no entienden lo que digo? Son de los pequeños grandes detalles que los pueblos indígenas de México y del mundo enfrentamos en una ciudad tan cosmopolita como lo es Nueva York” 

Yoloxochilt, una mujer Na’Savi, originaria de Alacatlatzala en la Montaña Alta de Guerrero, lo dijo muy claro, las mujeres y hombres de los pueblos indígenas migramos, porque no tenemos oportunidades en nuestros países, y esto se agudiza por el despojo que viven nuestros pueblos, al no considerar nuestros derechos, nos quieren quitar el territorio que nos pertenece. También la violencia que muchas mujeres vivimos, como allá en mi pueblo donde todavía se utilizan los matrimonios forzados de mujeres y niñas de mi comunidad. Son tantos factores por lo que decidimos migrar.

Yoloxochilt, explicó cómo al ser parte del 10% de la población indígena en México, no cuentan con las mismas oportunidades como el resto. Mencionó que en Tlapa, la ciudad de la Montaña, aún persiste la barrera de la lengua, que a pesar que muchas personas hablan el Me’phaa, el Naua o el Tu’un Savi, prefieren no hablarlo.

Desde muy pequeña Yoloxochilt supo el poder de la palabra, pues veía que muchas personas del pueblo cuando iban a esta ciudad no podían comunicarse. Mencionó que “las personas de las ciudades, se burlaban de nosotros, nos hacían sentir vergüenza de hablar nuestra lengua. Ahora ya es diferente, yo me siento muy orgullosa de poder expresar mis sentimientos en mi lengua, porque la lengua es la forma de ver el mundo. El lenguaje refleja la identidad y cosmovisión de un pueblo, eso nos hace únicos”.

Habló de cuando creció y tuvo que trabajar, le dio gusto haber podido interpretar a más personas, y transmitir el mensaje de que su lengua les debe dar orgullo, que no les diera pena, aún recuerda cómo le sonreían y me decían: “¡Qué bueno que tú si me entiendes!”.

Mencionó que migró, no por elección, sino ante la marginación y la pobreza que se vive en la Montaña. Cómo su familia se dividió al tomar esa decisión, pues tuvo que dejar a sus pequeños hijos en Tlapa, al cuidado de su madre y que después de dos años se reunieron con ella aquí en Nueva York. Esto es un ejemplo de los estragos de la migración, que al contrario de lo que piensan muchas personas, son decisiones fuertes que las y los migrantes enfrentamos.

Yoloxochilt, mencionó la importancia de la articulación, pues gracias a eso se reencontró con su mamá, que, por medio del arte de los pueblos indígenas, siguen difundiendo sus tradiciones. Explicó que aquí en Nueva York, poco a poco se ido picando piedra y se está visibilizando a las hermanas y hermanos indígenas que viven en las sombras. Donde el temor impera y genera invisibilidad a nuestros pueblos históricamente discriminados.

Fotografía de Lenin Mosso

Ahora Yoloxochilt puede difundir su lengua y su sentir en estos espacios, logrando incidir en los futuros comisionados y comisionadas, representantes de las Naciones Unidas, que estando ahí es una gran oportunidad y responsabilidad, para hacer valer los derechos de todas y todos. Donde tomen consciencia que no solamente es un puesto de visibilidad política, sino una gran responsabilidad de trasmitir las voces de los pueblos, no solo de México, sino del mundo, que luchen de forma incansable, hasta que todas y todos accedamos a la justicia tan anhelada.

El discurso de Yoloxochilt, contó con la fuerza de sus ancestras y ancestros, que nace de la indignación ante la discriminación y la violencia que durante siglos vivieron y continúan viviendo. Sabe que ahora su vida está en dos realidades de la forma que sienten y en el país donde vive, enfrentando al fantasma de la deportación constantemente. Seguramente sus Tatas se sentirían orgullosos de ella, por mantener en alto la dignidad e identidad como pueblos indígenas.