Francely Flores, una joven orgullosa de su ascendencia mexicana, ha enfrentado un camino único en su viaje de reconexión cultural. Nacida en Houston, Texas, estudió Relaciones Públicas y Periodismo en CUNY y Brook College. Su familia, que migró de México a Estados Unidos en su juventud está compuesta por su madre, originaria Tulcingo del Valle, Puebla y su padre de Zapotitlán Salinas, en el mismo estado.
A los siete años, tras la separación de sus padres, Francely se mudó al Bronx, Nueva York con su madre y hermano. Aunque estaba separada de su padre, ella lo visitaba en Houston durante el verano, posteriormente él se mudó también a Nueva York, cuando ella tenía catorce años, y la visitaba a ella y su hermano semanalmente.
La cercanía de Francely con la familia materna en Nueva York ha sido vital; sin embargo en noviembre de 2020, emprendió un viaje significativo al pueblo de su padre, encendiendo un renovado sentido de pertenencia. Volviendo a un lugar que no visitaba desde los seis años, Francely encontró lo que siempre había deseado: una conexión profunda con sus raíces paternas.
“Realmente conocí a mi abuelo paterno a los 16 años. Aunque lo había visto de pequeña, no lo recordaba bien. Gracias a que uno de los hermanos de mi padre le gestionó una visa, pudo visitar Estados Unidos. Esa fue mi primera vez viendo a mi abuelo de adulta, y tras eso, él se rehusó a viajar nuevamente por motivos de salud. Esa curiosidad y deseo de conocer mejor la tierra donde creció mi padre me ha llevado a volver regularmente, dos o tres veces al año, para reconectar y reforzar lazos perdidos”.
¿Cómo ha sido la experiencia de reconectar con tu familia paterna en México?
“Ha sido una mezcla de emociones. Por un lado, la felicidad de crear nuevas memorias; por otro, la frustración de que mi padre, debido a complicaciones de su estatus migratorio, no puede regresar a México y no pudo despedirse de su madre antes de que falleciera, algo que me afectó profundamente porque solo la conocí de pequeña. Volver y ver la casa de mi abuela sin su presencia fue difícil; estaba tal cual como la dejó mi padre. Las fotos de mi hermano y mías que mi padre solía enviar, para que por lo menos nos conociera en fotos, aún están allí”.
Compartir estas experiencias con su padre ha sido complicado. Los videos y fotos apenas pueden transmitir la profundidad de las vivencias. “Mi abuelo ya es mayor, y esta es una de las razones por las que intento visitarlo tan a menudo como puedo”, explica Francely. “Perdí a mi abuelo materno y ahora el tiempo es determinante para mi familia paterna. Me esfuerzo por construir conexiones familiares por mi cuenta”.
La reconexión también ha sido enriquecedora: descubrir primos en México, quienes antes eran desconocidos y desentrañar el pasado cultural de su papá. “Este proceso de redescubrimiento refleja el fenómeno de la migración, de tener una familia dividida por fronteras, y de enfrentarse a diferentes realidades al regresar”.
Francely habla del intercambio cultural con sus primos y la comprensión de las diferencias. “Aunque me identifico como mexicana, mi identidad está igualmente imbuida por mi crianza bicultural. A menudo hay malentendidos sobre la vida aquí, algunos piensan que vivir en Estados Unidos es fácil, pero mi madre fue madre soltera durante mucho tiempo y enfrentó incontables desafíos. Mi familia paterna no conocía del todo esta parte de nuestro pasado”.
¿Cómo te ha impactado personalmente este proceso de reconectar con tus raíces?
Francely describe cómo conocer a sus primos y crear recuerdos ha tenido un impacto profundo en su vida, aumentando su comprensión del viaje migratorio de su padre a los 13 años. “Imagino lo difícil que debió ser para él dejar a su familia atrás, y haber sido criado por su hermano no tan mayor que él, que apenas tenía 13 años. Mi abuelo siempre me recuerda que su puerta está abierta para mí. Mis llegadas son emotivas cuando veo a mi abuelo y las despedidas son muy tristes, con la incertidumbre de si volveré a ver a mis seres queridos y a mi abuelo en este caso”.
¿Qué inspiró el proyecto en el que trabajas actualmente?
“Tengo un tío que, junto con otras cerca de 30 familias, posee un pequeño terreno para este propósito. En una visita, él me explicó que, a pesar del extenso trabajo, una bolsa de sal no se vende por mucho, alrededor de 5 USD para quienes compran al por mayor.
Pensé que esto no era justo, ya que recordé una visita a unas salinas en Perú, donde pequeñas bolsas de sal prehispánica se vendían a un precio justo al turismo, compensando adecuadamente el esfuerzo. Conversé con mi tío sobre promover la sal de una manera que reflejara su verdadero valor, pero me dijo que era complicado, ya que la prioridad era siempre trabajar y producir la sal. Esto se complica aún más por los cambios climáticos, que afectan las salinas, y por situaciones como la de un aeropuerto cercano en Tehuacán, donde los aviones expulsan polvos que disipan las nubes de lluvia, afectando a la agricultura local”.
Flores compartió que formó parte de un bloqueo carretero para protestar contra estas prácticas que afectan no sólo el pueblo de su padre sino a los alrededores. Ahora, ella está en las etapas iniciales de un proyecto que busca empoderar a su comunidad paterna en Zapotitlán Salinas. “Después de un año organizando papeles y recibiendo una beca de $1,000 que cubrió dos viajes importantes, me di cuenta de la necesidad de valorar adecuadamente la producción de sal local (sal prehispánica)”.
La idea de un centro comunitario emergió de estas experiencias: un espacio donde la comunidad pueda aprender sobre marketing y lanzar iniciativas locales. “Propuse la idea a mi padre, quien ofreció un terreno, y mi primo, profesor de historia en Puebla, también quiere contribuir”.
En agosto, el terreno fue registrado a su nombre, cimentando su compromiso con el proyecto. Ahora, Francely y su familia planean transformar este sueño en realidad.
¿Cuál es el plazo en el que planeas lograr este objetivo?
Francely explica que primero necesitan el permiso de la comunidad. “Ha contactado a jóvenes locales involucrados en proyectos comunitarios, y su visión es que el espacio apoye proyectos existentes y nuevos con un enfoque especial en los jóvenes”. Además, busca fortalecer las conexiones con el espacio comunal disponible, siempre con la aprobación de la comunidad para llevar adelante la construcción.
¿Por qué crees que algunos jóvenes de primeras y segundas generaciones no reconocen sus raíces?
Francely vincula esto a factores como el bullying en escuelas y el miedo a la discriminación, junto con los valores inculcados en casa. “Mi madre siempre me empoderó a enfrentar comentarios racistas, nombrando orgullosamente mis raíces”, dice Francely. “Esto me ayudó a no tener miedo de reclamar mi herencia, pero sé que no todos los niños se sienten igual”.