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Una multitud de unas cien personas, muchas envueltas en banderas mexicanas, ecuatorianas y salvadoreñas, se reunió en la esquina de East 43rd Street y 1st Avenue, frente a la sede de las Naciones Unidas en Manhattan, Nueva York. Era la tarde del 3 de febrero, el Día sin Migrantes declarado a nivel nacional. Este día muchxs se abstuvieron de trabajar o comprar artículos en protesta por las políticas de deportación de la administración Trump, lo que provocó el cierre de negocios y huelgas de trabajadores en todo el país.
En un círculo de autoprotección de la protesta, varias personas, desde adolescentes hasta trabajadorxs de mediana edad, pasando por ancianxs, se pusieron en medio para hablar sobre por qué decidieron protestar. Lxs oradores más jóvenes dieron las gracias a sus padres, que migraron a Estados Unidos para darles mejores oportunidades, y expresaron su intención de manifestarse en nombre de sus familias y de quienes tienen un miedo razonable a ser deportadxs. Madres y padres hablaron de criar a sus hijxs en este país, de construir aquí sus familias y sus negocios, y declararon que están aquí para quedarse.
Al cabo de media hora de reunión, un policía exigió al grupo que apagara el micrófono y el altavoz o disolvería físicamente la protesta. Una persona habló con el policía y se apagó el altavoz, sin embargo, incluso sin el micrófono, lxs manifestantes siguieron dando un paso al frente y hablando tan alto como podían.
“Mira en esta calle, qué horrible, y se supone que somos un país del primer mundo”, declaró una participante. “Por qué no mejorar la salud para la gran mayoría, desarrollar escuelas y universidades para que las personas se eduquen”, continuó.



“Afortunadamente no nos desaparecieron, aquí estamos. Como dicen los Tigres del Norte, somos más americanos que el hijo del anglosajón,” ella continuó, a respuestas altas de ¡cierto!, por parte de su audiencia refiriéndose a la canción “Somos más americanos.”
Tras los discursos, el grupo se alineó a lo largo de la 1ª Avenida, con las banderas latinoamericanas estrechamente unidas, pancarta contra pancarta, y comenzó a cantar la canción «Cielito Lindo» de Trini López, con sus voces altas y alegres especialmente en el estribillo: Canta y no llores / Porque cantando se alegran / Cielito lindo, los corazones. Canta y no llores / Porque cantando se alegran / Cielito lindo, los corazones.
Múltiples coches tocaron el claxon en señal de apoyo mientras pasaban junto a la manifestación. Tras la canción, el grupo comenzó a marchar hacia Times Square.
“Es importante que nos manifestemos a favor de nuestros paisanos, de todos los migrantes latinoamericanos, para que no sean criminalizados y no los deporten. Hay muchos de ellos que viven aquí, que trabajan bien, son honestos, son humildes y además aportan mucho a la economía, con sus taxis, con su trabajo”, afirmó Isaac Ramírez, un organizador de esta protesta.

“Estamos con [la presidenta Claudia Sheinbaum], por nuestra bandera, y nuestro movimiento al cual pertenecemos, es principalmente pro-humanista, por la libertad, por la justicia, por la migración, pero la migración no forzada, sino que la gente pueda hacerlo porque ellos quieren”, agregó Ramírez.
Una joven manifestante, Briana Mendoza Peña, llevaba hilos rojos y verdes trenzados en el pelo y sostenía en alto un cartel en el que se leía: «¡Soy la voz de mis padres! ¡Soy la voz de mis padres!». Al igual que otros jóvenes expresaron esa misma noche, Briana pretendía protestar en las calles por aquellos que no podían hacerlo.
“Estamos aquí afuera por las voces de nuestros padres. Porque a veces hay gente que tiene miedo y no puede decir nada por el miedo. Y nosotros estamos aquí, lo estamos diciendo, nosotros vamos a luchar por ustedes,”declaró la joven.
“Las oportunidades –concluyó Mendoza– que ustedes nos dieron, ahora las estamos agarrando. Para eso vinieron a este país, para darnos lo mejor, y ahora los quieren quitar. ¿Cómo es eso? ¿Si para eso es este país, no? Todos vinieron aquí y cómo es que somos ilegales cuando esta es tierra robada. Eso no lo entiendo yo”.
