Originaria de la región de los Tuxtlas, específicamente de San Andrés Tuxtla y ahora residente del Puerto de Veracruz, Dolores ha tenido siempre preferencia por las fotos familiares y los relatos que ha ido recopilando a partir de las diversas voces que le confiaron, no sólo la herencia genealógica, sino una historia mucho más grande, la de una región que se construyó a partir de la mezcla de diversas raíces, y en cierta medida del trabajo esclavo de las personas africanas que fueron traídas y vendidas por mercantes europeos.
Si bien es cierto que ella no se considera afromexicana, su afrodescendencia la descubrió a partir de estos tesoros fotográficos familiares. “Siempre me ha gustado la historia y la historia familiar, así que vi en fotos a ancestros y ancestras afrodescendientes. La foto de una de mis bisabuelas, y ella era negra y mucha gente de la familia lo negaba. Ahora sé que culturalmente siempre ha estado ahí esta herencia, pero yo no crecí como negra ni sufrí las discriminaciones que llegan a sufrir las personas afrodescendientes”.
Y esto no ha sido impedimento para que su ojo fotográfico haya posado la mirada cargada con todo este bagaje, con la sensibilidad para recrear de alguna manera un mundo que además de historia, también tiene magia y está cargado de sueños.
Pero antes de ir a la fotógrafa que es actualmente, Dolores Medel aprendió el oficio y el arte juntando las piezas de un rompecabezas insospechado que finalmente le dio las herramientas para ir construyendo su estilo. Fue, sin pensarlo mucho, el surgimiento de una pasión de vida:
“A mi mamá le gustaba mucho la foto, no sé si llamarla fotógrafa amateur pero siempre hubo una cámara en la casa, ella organizaba sesiones para tomarnos fotos cada fin de semana. Me gustaba mucho ver fotos y cine, mi papá era de ver películas del cine mexicano de la Época de Oro y siento que ahí se hizo la conexión y después me enteré que se podía ser fotógrafa, más allá de los fotógrafos que yo conocía en San Andrés, que eran de fiestas y eso no me interesaba”, cuenta emocionada Dolores en una entrevista a la distancia.
Su familia no sólo se consolidó como el primer acercamiento al mundo de la fotografía, sino que es gracias a este hecho que conforme creció comenzó a experimentar con cámaras familiares hasta que un día, al ir a una tienda Kodak para comprar un flash, conoce a don Estuardo, un futuro mentor en el mundo de la luz y la sombra. Continúa su relato Medel: “me atendió este señor, y me enseñó a usar el flash ahí mismo. Le pregunté si él era fotógrafo y me dijo, ‘sí, yo soy fotógrafo y cuando quieras te enseño’, le tomé la palabra y empecé a ir a su casa, él tenía un cuarto oscuro montado en el patio trasero de su casa y nunca me cobró nada. Nos daba rollos –porque yo no era la única– caducados y cosas así de la tienda y así empecé”.
A partir de entonces siguió la tradición de su madre, pero ahora con sus amigas y empezó a hacerles retratos en blanco y negro, una actividad que pronto se popularizó. Y con ayuda de don Estuardo para preparar los sets y la iluminación, Dolores comenzó a afinar la mirada.
“Aprendí muchísimo, –afirma Medel– de cómo iluminar un retrato –aunque ahora no uso nada de luz artificial–, emulaba un poco el estilo de don Estuardo, la foto tenía que ser muy prolija, todo bien enfocado, utilizábamos una Mamiya 120, él insistía mucho en que el foco tenía que estar en la mirada y cómo generar volumen para que no saliera plana la imagen. Esto sirve para cuando estás en la calle y tienes que hacer retratos, para ver la luz, colocar a tu sujeto que vas a retratar”.
Vegetación densa
Cualquiera que ingrese al sitio web de Dolores o se pasee por su Instagram puede darse cuenta de que la naturaleza no es un elemento de contexto solamente, sino que es parte esencial y protagónica de la fotografía que ha desarrollado y de lo que ella llama, “el mismo proyecto”.
“Siento que es un sólo proyecto porque, de entrada, es una historia que tiene muchos capítulos y un proyecto ha nacido de otro, estoy trabajando en algo, se me ocurre una idea y ya paso a lo otro, son como capítulos, es un universo que está en mi cabeza y que no ha acabado y que tiene que ver con los sueños. Yo tengo la fortuna de que me acuerdo de los sueños, generalmente los escribo y ahora los grabo”.
El universo que va construyendo no es cualquiera, elegido azarosamente, se trata de un meticuloso vínculo entre la densidad de la selva, la preponderancia del agua (“sabes que aquí llueve mucho siempre y hay muchos cuerpos de agua”, me recuerda”) y las historias que se construyen entre sus sueños y sus propios intereses conscientes, como, por ejemplo, el proyecto que aborda a los viajes transatlánticos desde la Colonia hasta ahora, lo que la llevó a una reflexión acerca de la presencia africana y, entre un viaje y otro, a preguntarse sobre el cabello rizado que llevan las mujeres negras y que es en sí mismo, un acto de afirmación, como lo fue antes una evidencia del señalamiento y lo malo en sociedades cerradas como las toda la cuenca del Caribe.
Entre selva, mar, árboles, historias de mujeres, historias familiares que van pasando de generación en generación y una sensibilidad en la mirada, la fotografía de Medel ha creado un lenguaje específico que se pregunta, de una manera muy especial, cómo atraviesa la herencia y las historias familiares a las personas y comunidades que retrata. Digamos que la densa vegetación de la vida es la que le ha permitido afinar bien la mirada y crear espacios de luz y sombra en donde los capítulos de su proyecto fotográfico afloran de manera natural cuando es necesario y pertinente.
Prensa, formación y la consolidación de un lenguaje
Tras un paso por la prensa local, en donde desempeñaba las tareas de editora fotográfica y a pesar de tener el espacio para proponer sus temas, tanto escritos como con imágenes, Dolores continúo eligiendo la formación autoral de un lenguaje que le permitiera ir más allá, asumir riesgos y definir su propia identidad artística. “Si bien a mí me gustaba escribir y sentía que no me salía tan mal, tomé talleres de crónica, yo sentía que no era suficiente y quería pasar todo a imágenes y ese fue el gran reto”.
La fotógrafa que es Dolores hoy rememora este momento como el vórtice en que comienza a definir su propia identidad fotográfica y a partir de ahí comienza a trabajar en temas que se van conectando unos con otros. Desde su interés por aquellos viajes que cruzaban el Atlántico y su especial cariño por San Juan de Ulúa hasta su propios viajes a La Habana y Cartagena, la geografía de la fotografía de Medel toca puertos muy importantes, como lo demuestra, su proyecto Pelo Bueno, en donde hace retratos de mujeres con el cabello rizado, con todas las implicaciones que esto tiene:
“Había escuchado que en República Dominicana le decían pelo sucio y en Colombia le dicen pelo malo y ella [Cirle, una influencer colombiana que la inspiró para empezar este capítulo] tiene un proyecto que se llama Pelo Bueno para reivindicar el cabello afro, ella misma lo trajo lacio desde chica porque se lo alaciado su mamá. Eso me hizo sentido y me di cuenta de que eso pasa en México y en Veracruz muchísimo, hay mucha gente con el cabello rizado, muy apretado”.
Dolores usó este mismo nombre con la autorización de Cirle y de ahí comenzó una exploración que puede apreciarse en su sitio web (https://www.doloresmedel.com/). Como si fuera una consecución de esto, un cubano, compañero suyo de la Universidad Veracruzana, en la que ahora trabaja, la invita a la comunidad de Mataclara, ubicada muy cerca del Puerto y de la famosa Yanga, una localidad que tiene la fama de ser la primera población fundada por esclavos libertos pero que actualmente ya sólo conserva eso, la fama.
En cambio, en el lugar al que lo llevó su compañero de trabajo: “me di cuenta que había un montón de historias que me gustaría contar a mi manera, con lo ficcionado ya tenía trabajado de los viajes trasatlánticos y empezar a fotografiar mujeres porque sido muy ruda la vida para toda la comunidad, pero sobre todo para las mujeres y por eso quise hablar más con ellas, enterarme más de las historias”.
Y así podríamos seguir con cada parada del gran proyecto fotográfico de Dolores Medel pero es mejor que cada quien se acerque y valore este lenguaje que nos acerca y que nos propone un universo particular en constante construcción.
**Mar María (2022). Daguerrotipo de Dolores Medel